Vistas de página en total

sábado, 26 de abril de 2014

« Mi Historia », Diana": "LA HISTORIA DEL DÍA...
El día de la visibilidad lésbica:

"Me llamo Diana, en dos meses cumpliré 27 años y salí del closet en julio del año pasado. Bastante tiempo me ha tomado juntar el valor suficiente para poder admitirlo a mis padres y mejores amigas, pero sobre todo poder aceptarlo yo misma y vivir a pleno finalmente.

Yo supe que era lesbiana desde que tenía 14 años, pero traté de ocultarlo y negarlo hasta hace poco. No es que no esté orgullosa de lo que soy, pero tuve momentos difíciles en el colegio porque comenzaron a decirme lesbiana, a dejarme de hablar. Tuve años muy solitarios y complicados, por eso es que decidí enterrarlo en lo más profundo de mi ser y tratar de ser como las demás y conseguir un chico con quien salir. Fue el peor error que cometí, a pesar de que en ese momento sentí que era lo correcto y que quizás estaba enamorada del chico con el que estuve, pero sólo por un mes y ya hace 5 años."

Del blog "Crónicas del armario"

« ¿Pero por que yo no puedo? »
Siempre he sabido que soy gay, desde muy pequeñito sabía que me gustaban los hombres. Al ser un gay sin pluma, ni amaneramientos pude llevarlo en secreto durante el colegio sin sufrir bullying por parte de ningun compañero. Yo era un chico normal, sacaba buenas notas y tenía mi grupo de amigos. Pero todo esto cambió al entrar en el instituto. Un día me dí cuenta de que mis amigos empezaban a querer salir con chicas, que hablaban de lo buena que estaba tal o cual compañera y fue allí cuando empecé a tener conciencia de lo distinto y diferente que era al resto. Yo no quería salir con chicas como tapadera, no quería fingir que me gustaban las mujeres y empecé a pasarlo mal. Mis amigos querían salir de bares y conocer chicas y yo empecé a alejarme de ellos, si me llamaban siempre les ponía alguna excusa para no ir, al final, ya no me decían nada y perdí los amigos.

Tanto me afectó que empecé a sufrir paranoias respecto a mi homosexualidad oculta, cada vez que oía a alguien decir la palabra “maricón”, me ponía a temblar y a pensar que era a mi a quien insultaban (nunca era a mi pero mi cabeza pensaba otra cosa). Concentrarme en estudiar fue imposible, porque siempre estaba comiéndome la cabeza, y mis estudios se resintieron, empecé a fracasar y a repetir curso. Mi autoestima fue cayendo hasta que tuve que salirme de estudiar. Tenía 20 y no sabía que hacer con mi vida. Y tomé la peor decisión posible. En vez de echarle “un par de huevos” a la vida opté por cavar un agujero y meterme en él. Mi único lugar seguro era mi habitación, en la que pasaba día y noche. Allí nadie podía hacerme daño.

Y pasaron los años, diez nada menos. Tener 30 años y no tener estudios, no tener experiencia laboral, no tener experiencia sentimental, y sobre todo experiencia de la vida es muy duro. La autodestrucción a la que nos sometemos los gays es espantosa. No se si seré capaz alguna vez de llevar mi homosexualidad con normalidad.

Cuando veo la situación en otros países de los gays y lo valientes que son algunos de ellos, que salen y afrontan la vida a pesar de los insultos, las agresiones, las penas de carcel…. me siento un farsante. Vivo en un país donde se puede relativamente vivir bien asumiendo tu homosexualidad. ¿Pero por que yo no puedo? Me he convertido en un cliché gay, ese tipo de gay solitario y deprimido que creíamos que ya no existían, creemos que la gente ya no se siente así, pero no es cierto. Lo peor, es que veo muy lejos salir del tunel. Creo que nunca seré feliz.

Del blog "Crónicas del armario"

viernes, 25 de abril de 2014

PINTAR SU MUNDO...", por el voluntario europeo de Arco Iris Jaén

"Me costaron varios años de duro trabajo personal, de viajes y de encuentros fortuitos para sentirme preparado para enfrentarme a la mirada de los demás, estar orgulloso de abrazarle por la calle, a la luz del día, sin sentirme intimidado por la mirada reprobatoria de la gente, sin sufrir por las críticas mordaces de los que viven dos siglos atrás… Necesité algunos años para que se hiciera más potente este sentimiento de injusticia de no poder acceder a los mismos derechos, de estar considerado tan solo como un ciudadano de segunda, de sentirme humillado, como si me hubieran echado a un foso con leones. Porque la sociedad puede ser cruel, a veces… Habré necesitado varios años para aceptar la difícil pero no imposible tarea de vivir bajo la bandera de la homosexualidad, para colorear mi mundo con un poco de alegría y orgullo, rediseñar el armario frío y austero de mis años escondido para decirme que no importan los días grises y lluviosos ya que siempre una capa de color sucederá a esta capa triste.

Nadie nunca debería tener derecho a sacar a alguien del armario sin su consentimiento. Cada uno lo pinta como lo quiere, con su estilo propio, primero con algunos colores pálidos, con algunas manchas dispersas apenas visibles. Luego el bosquejo de una puerta aparece, con sus contornos y sus misterios, con este deseo ardiente de atravesarla para descubrir lo que se esconde detrás de ella. Poco a poco otro mundo se revela, enlucido por colores de todos los matices, calientes y harmoniosos, como una explosión de alegría en un mundo que durante tanto tiempo estuvo tan sombrío. Cada salida del armario es distinta, imprevisible, pero tan bonita cuando lleva en sí misma los estigmas del respeto y de la tolerancia. Nadie debería quitar a nadie su libertad de pintar su mundo como lo desea. ¿Por qué no me dejaron pintar el mío a mi manera?"

Podéis leer más en el blog CRÓNICAS DEL ARMARIO."
cronicasdelarmario.wordpress.com

sábado, 19 de abril de 2014

Tomado de Crónicas del armario

Pequeñas crónicas del armario (dentro y afuera)


« Es cierto que el camino no fue fácil, pero ¿Cuál lo es? Ninguno », Entendemos
Hay cosas que sabes en lo más íntimo de ti que te da tanto miedo reconocer o aceptar, que decides simplemente ignorar. Eso fue más o menos lo que me pasó a mí.
Comenzaba a sentir que era distinta al resto de las chicas de mi clase. Ellas comenzaban a tontear con los chicos de la clase, a sentir cosas que yo no sentía y que no podía entender. Me resultó francamente difícil entender por qué yo no sentía como ellas, porque era distinta…
Pero entonces llegó ella, la chica nueva de clase y puso mi vida patas arriba. Ella fue la que me dio casi todas las respuestas a mis preguntas. No me gustaban ellos, ni me atraían… Pero ella lo tenía todo. Me gustaba, me atraía, me ponía nerviosa… Ella fue el detonante de empezar a hacerme nuevas preguntas aunque sin respuesta.
Yo soy de una ciudad pequeña en la que la homosexualidad se ve realmente poco por la calle, aunque día a día, vamos sumando puntos. Me costaba imaginarme por las calles de mi ciudad con ella, paseando, besándonos… Me costaba imaginarme sentada con mi madre y contarle todo aquello que me pasaba por la cabeza… Al final me decanté por decírselo a mi mejor amiga, con la que siempre había compartido todas las dudas y todas las emociones, menos esta…
Recuerdo la conversación como si hubiera sido ayer, porque sus palabras me dejaron marcada de por vida. Me dijo que era peor ser lesbiana que tener cáncer, que era lo peor que me podía pasar.
Fue entonces cuando escondí todos mis sentimientos debajo de la ropa y continué con mi vida sin más… Hasta que acabé el bachiller y la selectividad y me fui a Madrid a estudiar.
Madrid es diferente. Allí enseguida me sentí cómoda. Había tanta gente diferente a mí, que enseguida encontré mi sitio, enseguida encontré gente que sentía como yo y que no tenía miedo de decirlo ni de demostrarlo. En Madrid conseguí sentirme cómoda conmigo misma por primera vez en mi vida.
Fue en Madrid, cómo era de esperar, donde conocí a la primera chica con la que estuve y la que me abrió los ojos en muchas cosas. A pesar de que estuvimos muy poco tiempo y a pesar de mil pesares, ella me abrió un camino que a día de hoy, es mi vida.
Es cierto que el camino no fue fácil, pero ¿Cuál lo es? Ninguno… Tardé mucho en encontrar mi sitio porque tenía miedo, porque el camino me lo conocía de memoria. El miedo no puede deparar nada bueno. El miedo te agarra de los tobillos cuando intentas andar y lo único que hace, es ayudarte a tropezar. No tengáis miedo, porque no hay nada más absurdo que tener miedo de vivir tu vida.
Y sí, hay vida después de salir del armario, es más, mucha vida. Cuando ya no tienes miedo a vivir, tu respiración se acompasa, como tus pasos, como tus latidos… ¡Y disfrutas!
Blog Entendemos