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domingo, 15 de marzo de 2015

“Ser gay no es fácil”
15 Feb 2015
Tras la controversia generada por el concepto presentado por la Facultad de Medicina de la Universidad de La Sabana a la Corte Constitucional y en el que se señalaba que el comportamiento de las personas LGBTI se “aparta del común, lo que constituye de alguna manera una enfermedad”, se ha generado todo un debate, incluso al interior de ese centro educativo.
Ya La Sabana, en comunicados enviados hoy a los medios de comunicación y en declaraciones entregadas a varias emisoras, rectificó lo señalado en ese concepto y dijo que aclaraba y ratificaba “que la homosexualidad no es una enfermedad” y que profesaba “un profundo e incondicional respeto por toda persona, sin distinción de ninguna naturaleza”.
De la misma forma, a este diario han llegado decenas de cartas de personas a favor y en contra de lo señalado por La Sabana. Este diario se permite la reproducción de una carta enviada por un joven, según él, “excelente alumno” de la Universidad de la Sabana, “hijo, amigo, persona… Y gay”. Su identidad no es revelada a petición del estudiante.
A continuación la carta del estudiante:
“No hay forma de describir la frustración que siento en estos momentos. Pareciese como si todo el odio acumulado en el mundo me azotara de la manera más funesta. Las opiniones señalan y juzgan sin conocer. La ignorancia se apodera de las personas e incluso de las instituciones. El significado de libertad está preso y todos estamos presos con él. No quiero llegar a ponerme en el papel de víctima ni mucho menos acudir a la lastima para cambiar el modo de pensar de muchos. Sin embargo y aunque nadie me lo preguntó, ser gay no es fácil.
No hablo de serlo ahora, porque aunque existe tanto odio e ignorancia, vivimos de algún modo en una sociedad más abierta, pero hasta el momento, han sido 21 años de esconder lo que soy por miedo a que me juzguen. Estoy mamado de la hipocresía de muchos que juzgan la violación de los derechos humanos, la violencia de género o la guerra en la que nos hemos visto sumergido como país en los últimos 50 años, pero que están atacando o se niegan a aceptar que otro sea distinto.
Estoy harto de no poder estudiar en mi Universidad mostrándome como soy ante mis profesores, compañeros y comunidad en general. Estoy cansado de despertarme cada mañana y meterme en un papel en el que ni si quiera encajo. Estoy cansado que digan que estoy enfermo, que me voy a ir al infierno o que simplemente soy un error de la naturaleza. Estoy harto de que me digan que soy el mal encarnado por ser lo que soy. He sido buen hijo, tengo los mejores padres, soy tan malo como todos y tan bueno como pocos. Tengo sueños, aspiraciones. Quiero ser papá, casarme, salir a la calle con mi pareja tomado de la mano y sin que nadie nos juzgue. Quiero ser un ciudadano más.
No estoy orgulloso de ser gay, pero tampoco me avergüenzo de serlo, simplemente lo soy. Puedo considerarme un gay con suerte, porque aunque he sufrido bullying por serlo, nada ha pasado a mayores. No como a otros que hoy ya no pueden indignarse, porque simplemente no aguantaron la presión, el odio, el rechazo y ya no están.
Con este escrito exijo libertad de ser, exijo respeto, exijo que dejen de decir que estoy enfermo y que jueguen con mis derechos como si yo fuera un ciudadano de tercer nivel. Exijo que la igualdad que está en la Constitución de este ‘honorable’ país sea respetada. Exijo ser yo el que tome la decisión de ser padre. Exijo que dejen de decir que somos violadores, alcohólicos o drogadictos. Exijo que los gays se hagan respetar y que algunos dejen de ser tan banales. Exijo que los padres que hoy rechazan a sus hijos por sus preferencias sexuales no lo hagan, porque, aun así, siguen siendo los mismos hijos que concibieron y parieron.
Exijo que los maestros enseñen a respetar, eduquen a sus alumnos para aceptar la diversidad. Exijo que la Universidad de La Sabana, mi Universidad, deje de lavarse las manos con comunicados de prensa baratos y acepte sus errores como institución educativa. Exijo que todos los jóvenes seamos parte de esta revolución, que no nos hagamos los indiferentes, que las cosas se pueden hacer distintas y más cuando prevalece el respeto hacia el diferente.
Y con convicción hoy repito, como alguna vez el gran defensor de los derechos de los homosexuales, Harvey Milk dijo: "Pueden sentir que no somos malos y saben que debería haber un lugar para nosotros en este gran país... en este mundo".

Estudiante de la Universidad de La Sabana, (Excelente alumno, hijo, amigo, persona... Y soy gay)”.

La lucha de una mujer transexual para ejercer 

como abogada

Fiorella Cava, cantante transexual peruana e ícono de rock de los 
ochenta, ha iniciado los trámites oficiales para recuperar su título de
abogada, aquel que hace más de veinte años le fue expedido bajo el
nombre de Sergio y que ahora reclama para Fiorella, la mujer que  
siempre fue.
Por Tatiana Palla (*)
Fotos: Renato Pajuelo
 A mediados de los ochenta, era conocida como Sergio Cava, cantante
de pelo esponjoso y batido de JAS, uno de los grupos de rock peruanos
que más sonó por aquellas épocas.
Pocos años antes, Fiorella se había graduado en la carrera de Derecho
en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Combinaba su trabajo de
representante de disqueras internacionales con los conciertos en los
que tocaba enfundada en pantalones pitillo, camisa, y fachada de varón.
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Éxitos del grupo como “Ya no quiero más ska” o “Personalidad”
siguen colándose de vez en cuando en las radios y aún la llevan a los
escenarios. Su título universitario  en Derecho y Ciencias políticas 
es letra muerta hace dosdécadas. ¿La razón? Ella es Fiorella y el
cartón fue para Sergio, esa identidad que le fue asignada al nacer y
contra la que ha luchado toda su vida. Ella quiere su carrera de vuelta.
BATALLA LEGAL
Lejos está ya aquella época en la que vivió recluida mientras completaba
su adecuación corporal al género con el que se identifica. Ya quedaron
atrás los días en los que se escondía de la prensa, de los conocidos y
desconocidos.
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Contó su historia hace diez años, cuando presentó “Identidad, cultura y
sociedad”, un libro en el que reclamaba la falta de transexuales hablando
desde su propia experiencia.
Soportó las mofas supuestamente cómicas que a costa de ella
aparecieron en televisión.
Recuperó unos amigos, perdió otros. Relanzó su banda, la disolvió.
Creó el grupo CISNE (Centro de Identidad y Sexualidad Nueva
Existencia) como espacio de apoyo a personas transexuales y
transgénero que necesitaran un espacio dónde desahogarse
y pedir consejo. La experiencia duró tres años. Volvió a los escenarios
como solista, lanzó un disco.
Su exposición mediática, aunque cada vez menor, ha ido de la mano 
con una lucha que considera capital: la de ser reconocida, 
legalmente y por todos los flancos, como mujer.
Obtener un Documento Nacional de Identidad (DNI) en el que figurara
como tal le tomó más de quince años. Su primer pedido fue rechazado
en 1998.
Hizo otro intento diez años después, cuando su reclamo era conocido.
El juicio le duró seis calendarios, pero finalmente lo logró. Desde
mediados del 2012 puede exhibir un DNI original con su nombre
Yo nací  siendo Fiorella, pero para la ley peruana he tenido que 
pasar por un proceso de reasignación genital, probarle al Poder 
Judicial y a una serie de personajes que eran  sesgadamente 
transfóbicos cuál es mi condición. Es estúpido, pero yo he 
tenido que probar ser mujer”dice.
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Había ‘otras’ formas de lograrlo, como optar por vivir indefinidamente
con un DNI adulterado. O, como muchas de sus amigas transexuales o
transgénero, aprovechar problemas con registros de nacimientos en
alguna provincia del Perú y pedir un documento con su nuevo nombre,
pero a costa de inscribirse como analfabetas.
Volver a nacer, en fin, como si nada hubiera pasado antes. A Fiorella, que
tiene un título en Derecho, otro en Comunicaciones y un post grado en
Antropología, esa opción le es inviable. Quiere lo que le corresponde.
Por eso, hace dos semanas ha iniciado el proceso para recuperar el título
al que siente que le puede sacar más provecho: el de leyes. “En este
momento estoy pidiendo que se incorpore al sistema administrativo
de la PUCP lo postulado en la sentencia que gané y que ordena
al RENIEC (1) y al Registro Civil mi cambio de nombre. Es una solicitud
como cualquiera, porque en el diploma no sale género. Es mi nombre
actual, mi firma actual, y la nueva foto que aparece en mi DNI”,  dice.
Fiorella confía en que lo más difícil ha pasado, que esto es cuestión de
procedimiento.
“Va a demorar un mes y medio o dos meses. Con muertos y heridos, 
con fiestas y vacaciones, estará en febrero”, asegura. La última vez
que preguntó por los procesos de cambio de nombre para su título fue
en 1992. Preguntó si era posible que sus documentos se actualizaran,
que era una mujer transexual y que pronto iba a empezar su cambio.
Le dijeron que con sentencia en mano procederían. Ahora, a puertas
de terminar el 2014, recién tiene todo lo que necesita para recuperar
su carrera. Está haciendo los trámites sola. Para eso es abogada.
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Su título de derecho se suma a algunos otros estudios que llevó con
un documento de identidad no tan legal que digamos, pero que le
permitió ser tratada como Fiorella dentro de su salón de clases.
Prefiere ahorrarse los detalles, no quiere que le quiten los pocos
certificados que tiene a su nombre.
Su sustento actual está en sus conciertos semanales, una que otra
conferencia mensual sobre sexualidad, y la venta de sus discos.
Lo exacto para vivir, nada más. Pasa una vida diferente a la que tuvo
hace tres décadas, cuando a los veintitrés años se convirtió en la
gerente de un holding de disqueras que manejaba todas las
licencias de derechos de intérprete, de autor y producción a nivel
autoral con empresas nacionales y extranjeras. O de cuando tuvo
una empresa de alquiler de equipos de sonido de alta gama con
sus hermanos. El trabajo de directora creativa de un estudio de
grabación dedicado a hacer jingles comerciales en los ochentas
también es un recuerdo. “Tuve trabajo estable mientras no fui 
Fiorella. Así de sencillo”, dice.
Cuando decidió vivir de acuerdo a su identidad, las propuestas
laborales fueron disminuyendo hasta desaparecerAhora que su
título está por salir, virará en otra dirección:
 “La cuestión es esta: el tiempo se me pasa. En cinco años 
tengo que resolver el resto  de mi vida”.
NUEVOS RUMBOS
Lo primero que hará será ayudar a un par de personas que le han
pedido apoyo con su actualización de nombre e identidad, como
quien quita el óxido a sus clases de leyes.
Lo siguiente será mirar al exterior. “Mi siguiente disco empezaré a
grabarlo en el próximo mes y estará saliendo para febrero. Eso y
mi título van a ser mis pasaportes para irme al extranjero. Aquí
ya no tengo nada que hacer. No veo ninguna disposición de 
apertura para la contratación de personas transexuales a nivel
laboral”, explica secamente.
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Su meta, por ahora, es encontrar alguna beca integral que le
permita vivir y estudiar alguna especialización en Derechos
Humanos en España, Argentina, México, tal vez Ecuador.
Regresar con financiamento y reactivar el grupo CISNE
(ahora Centro Intersexual Nueva Existencia) que de aquí
 en adelante se dedicaría exclusivamente a trabajar por
el bienestar de las personas transexuales.
“Si me voy afuera es justamente para conseguir medios para
defender al colectivo transexual. La lucha no va a ser por las
que fallecieron, se fueron, sino por las que van a nacer”, dice.
Ojalá encuentre su camino.
1. RENIEC: Registro Nacional de Identidad